
Discurso José Antonio Guzmán Cruzat
Ceremonia de Nueva Elección del Rector 2024-2029
19 de enero de 2024
Quisiera partir agradeciendo la presencia de la rectora y los rectores de otras universidades. El mes de enero es intenso y valoro especialmente su cariño. De la misma manera, agradezco mucho la presencia de los antiguos rectores de la Universidad de los Andes. Raúl Bertelsen está recuperándose de una enfermedad y no ha podido venir, pero está muy presente en el corazón de todos.
La Junta Directiva me ha encomendado la grave responsabilidad de ocupar el cargo de rector de la Universidad por un nuevo periodo. Agradezco la confianza que se deposita en mí, porque soy consciente de que estos son tiempos difíciles para Chile y esa situación necesariamente repercute en nuestro quehacer. Pero la Universidad de los Andes existe porque ella quiere prestar un tipo de contribución que se hace especialmente necesaria precisamente cuando las cosas no son fáciles.
La Universidad de los Andes existe porque ella quiere prestar un tipo de contribución que se hace especialmente necesaria precisamente cuando las cosas no son fáciles
¿En qué consiste esa contribución? Naturalmente, se podrían dar muchas respuestas, pero me parece que lo que se espera de nosotros, lo que el país requiere, es que contribuyamos a configurar una cultura que sea conforme con la dignidad humana y fomente su respeto. Esa dignidad es la base desde la que queremos llevar a cabo nuestra tarea docente y científica, como buscadores y transmisores de la verdad. Y esa misión, lo sabemos bien, no puede limitarse solo a Chile, sino que debe llegar a otros países hispanoamericanos.
La tarea es grande y tenemos plena conciencia de que todavía somos pocos. Necesitamos más profesores. Recientemente nos pusimos una meta de contratar 140 nuevos profesores, y bien saben las autoridades de las distintas unidades académicas que no es fácil encontrarlos. Han de ser académicos muy calificados, pero que, al mismo tiempo, estén plenamente identificados con nuestro proyecto institucional. Es más, que vengan aquí precisamente porque quieren sacarlo adelante con la misma pasión con que lo han hecho y hacen todos ustedes.
Queremos profesores muy calificados y muy identificados con nuestro proyecto para formar buenos profesionales y ciudadanos, y para servir al país como se espera de una universidad como la nuestra
Para que una universidad de inspiración cristiana pueda realmente influir en la sociedad se requiere que sus profesores sean escuchados por su prestigio, aunque esta es una condición necesaria pero no suficiente. En efecto, no podrán tener esa influencia que se desea si no poseen el sello propio de la Universidad. Aquí no se trata simplemente de estar más arriba en un ranking. Queremos profesores muy calificados y muy identificados con nuestro proyecto para formar buenos profesionales y ciudadanos, y para servir al país como se espera de una universidad como la nuestra.
En este contexto, a nadie se le oculta la relevancia que en la época contemporánea han adquirido las ciencias sociales como herramienta para aproximarse a la realidad. De hecho, más allá del juicio que esta situación nos merezca, hoy desempeñan el papel que en algún momento tuvieron la metafísica y la teología.
Sin embargo, privadas de un marco humanista, y más específicamente filosófico, esas disciplinas quedan en un mero saber restringido a ciertos datos empíricos y carecen de puntos de referencia que les permitan entender su propio quehacer y, mucho menos, desempeñar alguna función orientadora. Nuestra sociedad ha progresado como ninguna otra en el campo de los medios y, sin embargo, parece ciega o muy desorientada respecto de los fines.
A nadie se le oculta la relevancia que en la época contemporánea han adquirido las ciencias sociales como herramienta para aproximarse a la realidad
En este contexto, me parece que la reciente creación de una Facultad de Ciencias Sociales constituye un signo muy esperanzador. En ella se podrá llevar a cabo un trabajo de diálogo interdisciplinario que permita abordar problemas de gran complejidad, que presentan múltiples facetas, y que remiten a delicados problemas de fundamentación, una tarea que ninguna de sus unidades podría abordar por sí sola. Naturalmente, este es solo un inicio, que deberá ser acompañado por programas de posgrado que nos permitan impulsar nuestra investigación y formar cuadros académicos que presten una positiva contribución en otras universidades de Chile y el extranjero. También habrá que iniciar otras carreras de pregrado que aún no existen entre nosotros y que resultan necesarias para que esta facultad pueda cumplir mejor su misión.
En la misma línea se encuentra la reciente creación del Centro de Estudios Territoriales, que busca hacerse cargo de un tema particularmente sensible, el de la ciudad y el territorio en general. Hace exactamente diez años se produjo un hecho sin precedentes en la historia humana: por primera vez, la población urbana en el mundo superó a la rural. Esta realidad, que en Chile ya se había dado décadas atrás, es muy relevante porque guarda coherencia con el hecho de que hoy la mayoría de nuestros problemas estén radicados en la ciudad y eso significa que tenemos que estudiarla con particular detención. Si nuestro campus está situado en los márgenes de Santiago no se debe a que nos desinteresemos por su suerte, sino exactamente al contrario: pensamos que para ver los problemas en su justa dimensión ayuda enormemente el observarlos con cierta perspectiva.
Nuestra universidad abarca muy distintas disciplinas y todas ellas contribuyen a configurarla. Sin embargo, no podemos ignorar que también hace diez años comenzó a funcionar un proyecto que ha influido significativamente en su fisonomía. Me refiero, ciertamente, a nuestra Clínica universitaria. Sabemos que en Chile existen muchos centros de salud de altísimo nivel, pero esta unidad ha atraído a profesionales particularmente destacados y a un número de pacientes que ha superado las estimaciones más optimistas. Esto no sucede simplemente por su instrumental técnico, que ciertamente es muy bueno, sino porque allí existe un ambiente y un tipo de trato que se desprenden muy directamente del ideario que nos inspira.
Tenemos por delante la tarea de integrar la Clínica y la investigación de un modo semejante a como ya se ha logrado en su integración con la docencia
Para sacarla adelante, se requiere una importante dedicación de tiempo y de recursos, pero la Clínica nos abre grandes posibilidades, entre ellas la de poder aliviar la delicada situación de muchas personas de escasos recursos que están en las listas de espera de los hospitales públicos, gracias a la fundación que se constituyó para esos efectos. En el plano académico, nos ha abierto todo un mundo de oportunidades de colaboración entre los especialistas que cultivan las ciencias básicas y los profesionales clínicos. Además, constituye una importante instancia formativa. De hecho, hoy es nuestro segundo campo clínico en número de estudiantes que forma. No pretende reemplazar, sino complementar a los otros campos clínicos existentes. Dicho con otras palabras, tenemos por delante la tarea de integrar la Clínica y la investigación de un modo semejante a como ya se ha logrado en su integración con la docencia.
Las proyecciones académicas de la Universidad suponen un sólido apoyo administrativo. En todos los centros de estudios superiores del país se observa una comprensible preocupación de los académicos por el crecimiento de las unidades administrativas, en desmedro de la academia. No es ajena a esa inquietud la creciente presión de los organismos estatales, que hacen múltiples requerimientos, a los que se debe responder. En nuestro caso, la proporción entre el estamento académico y el administrativo es favorable al primero, si se la compara con lo que sucede en otras universidades. Sin embargo, no se me oculta que es un tema que requiere especial atención y que, además, debemos conseguir una relación más fluida entre estos dos mundos que a veces aparecen como separados, lo que dificulta una fructífera colaboración.
Tenemos que pensar en sustentabilidad, en las posibilidades de acceso a personas con talento académico que compartan nuestro proyecto, en los ámbitos de influencia en los que queremos estar presentes y, en definitiva, en la mejor manera en la que podemos servir a nuestro país
La Universidad ha crecido mucho en los últimos años —piénsese en la actividad de investigación, la clínica, el pregrado, el postgrado y la educación continua— y sin duda seguirá desarrollándose en los años que vienen. Sin embargo, es necesario reflexionar seriamente sobre el alcance del crecimiento que queremos impulsar para ser fieles al mandato fundacional de búsqueda de la verdad, de formación personal de estudiantes y de mantener una comunidad académica cohesionada. El tamaño de la universidad no es indiferente para este ideal fundacional. Tenemos que pensar en sustentabilidad, en las posibilidades de acceso a personas con talento académico que compartan nuestro proyecto, en los ámbitos de influencia en los que queremos estar presentes y, en definitiva, en la mejor manera en la que podemos servir a nuestro país. Esta tarea tiene que llevarse a cabo juntamente con las facultades y con las demás unidades académicas y administrativas.
Como es evidente, esta reflexión es igualmente necesaria para la planificación del desarrollo futuro de la Clínica universitaria.
Para terminar, sabemos que el entorno económico, político y social en el que nos desenvolvemos actualmente no es el más propicio, tanto en Chile como en el resto de los países latinoamericanos. Sin embargo, lo que nos corresponde no es adoptar una actitud pasiva, que lleva simplemente a esperar que las cosas cambien. No podemos desalentarnos por los síntomas de decadencia, por los conflictos u otras dificultades que enfrentamos, sino hacer bien lo que sí está en nuestras manos realizar. Visto con ojos de fe, podemos decir que Dios nos puso en estos momentos difíciles precisamente porque nuestra tarea, junto a la de muchos otros, iba a ser hoy especialmente necesaria.