Mariano Fazio, Vicario Auxiliar del Opus Dei: “Todo lo que sabemos teóricamente, los alumnos tendrían que verlo en la realidad de nuestra vida”

En el Aula Magna del ESE Business School, el Doctor en Filosofía por la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, Roma, licenciado en Historia por la Universidad de Buenos Aires, comenzó refiriéndose a la identidad cristiana como parte de la antropología cristiana, fuente del evangelio y abierta a la trascendencia: “Uno puede pensar que esto tiene que estar presente sobre todo en las disciplinas humanistas. Sin embargo, detrás de todo saber hay una visión determinada de la persona humana. Se mantendrá la identidad cristiana en la Universidad, en la medida en que profundicemos en esta antropología cristiana que es, la plenitud de una antropología humana”.

El que fuera el primer decano de la Facultad de Comunicación Institucional de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, y de 2002 a 2008, Rector de esa Universidad, citó palabras de San Josemaría Escrivá de Balaguer en relación a la búsqueda de la verdad afirmando que “la Universidad sabe que la necesaria objetividad científica rechaza toda neutralidad ideológica, toda ambigüedad, todo conformismo, toda cobardía: el amor a la verdad compromete la vida y el trabajo entero del científico, y sostiene su temple de honradez ante posibles situaciones incómodas, porque a esa rectitud comprometida no corresponde siempre una imagen favorable en la opinión pública”.

Prosiguió refiriéndose a la persona humana, al alma humana, que está hecha para la verdad, para el bien y para la belleza: “Si ponemos verdad, bien, belleza con mayúscula, podemos identificar a Dios mismo. Dios es la verdad, es el bien, es la belleza. Y esa sintonía del alma humana no es simplemente del alma cristiana o del alma católica, cualquier alma de cualquier persona entra en sintonía inmediatamente con la verdad, con el bien y con la belleza. Esto lo tenemos que cultivar en una Universidad de inspiración cristiana”.

Afirmó también que, en la búsqueda de la verdad, con la confianza de que con la razón, y sobre todo con una razón iluminada por la fe, podemos llegar a verdades importantes, que pueden orientar la conducta moral tanto de las personas que forman parte de la Universidad, cuerpo académico, administrativo y estudiantes, es una búsqueda que hemos de hacerla en común: “La Universidad habla necesariamente del cuerpo de personas, de una comunidad académica, por lo tanto, no es propio del espíritu universitario el académico ermitaño que no entra en diálogo con los demás en la búsqueda de la verdad”.

La Universidad como escuela de solidaridad

Añadió que se podría hablar de que la verdad es una verdad solidaria, y citó a un antiguo Rector de la Universidad de Navarra, el filósofo Alejandro Llano: “La sustancia misma de la Universidad consiste en la convicción de que el amor a la verdad es más fecundo que el afán de poder. Porque, mientras el ansia de dominio es siempre individualista, la pasión por la verdad es radicalmente solidaria. El verdadero saber se recibe de otros y se entrega a otros, se comparte en una comunidad viva que de continuo ensaya y rectifica, aplica e inventa, y arriesga lo ya logrado para abrir una brecha hacia territorios aún por roturar. La universidad es una escuela de solidaridad”.

Continuó afirmando que para buscar solidariamente la verdad, cada uno en su campo, hay que vivir una serie de virtudes humanas, pero también virtudes cristianas, capacidad de diálogo: “Cuando se habla hoy de la cultura del diálogo, de la cultura del encuentro, la Universidad tiene que manifestar claramente esa voluntad de dialogar. Un diálogo, que hay que hacerlo desde la propia identidad, con respeto al otro, con una actitud de humildad. Dialoga y escucha al otro quien sabe que no es el poseedor único de la verdad. Por eso la persona que tiene capacidad de diálogo necesariamente es una persona humilde, es una persona abierta, que sabe respetar al otro, que sabe convivir con las diferencias, que sabe que hay una infinidad de elementos que son relativos”.

Afirmó que es importante saber distinguir entre lo que no es relativo, lo que dice una relación directa con Dios, con la verdad, sobre la persona humana y otras cosas que son opinables, o que son objeto de debate, de discusión de profundización: “Los problemas sociales se agudizan cuando convertimos verdades relativas en dogmas de fe, o cuando  relativizamos los dogmas de fe. Por lo tanto esto implica por parte de un profesor, de una Universidad de identidad cristiana, saber profundizar en la antropología cristiana, saber distinguir lo que son, como decía Benedicto XVI principios no negociables de otras cosas que son totalmente negociables. Si Benedicto hablaba de principios no negociables, implica que hay otros principios que sí se pueden negociar. Es el objeto de discusión, de diálogo, nunca de polémica sino de un diálogo con altura universitaria y siempre con respeto de la otra persona”.

Aseguraba que la verdad solidaria es buscar la verdad en común, no una verdad meramente académica sino una verdad que cambie nuestras vidas, que cambie la vida de los estudiantes y que, en la medida de lo posible, mejore la vida de la sociedad, de la sociedad chilena.

Destacó más palabras de Alejandro Llano, que afirmaba que “la Universidad recoge las energías que destellan en la vertiente inédita de la juventud estudiosa, las adentra en la fascinante aventura del descubrimiento de la realidad, y las lanza a la orientación de la vida social. Una enseñanza de calidad es mucho más que la transferencia de un conocimiento ya decantado, es la fuerza ética y científica de personalidades libres que crecen junto a sus profesores y compañeros, en un clima de convivencia culta, de responsabilidad cívica y de servicio a todos los miembros de la sociedad, especialmente a los más necesitados. Una buena enseñanza superior está hecha de aprendizaje, de contenidos sólidos, pero también de la incorporación de metodologías innovadoras de la adquisición de estilos relacionales y del incremento de la capacidad creativa”.

Según Mariano Fazio, se trata de formar personas íntegras en todas las dimensiones de su existencia, formar buenos profesionales con espíritu de servicio, con conciencia de que lo que reciben en una Universidad de tanto prestigio como es la Universidad de los Andes, implica una responsabilidad de poner todas sus capacidades al servicio de los demás.

El ideal de un universitario

Hizo referencia a un texto del Cardenal Newman que señala que una persona que sale de la Universidad, tendría que responder al ideal que presenta el fundador de la Universidad Católica de Irlanda, un académico, formado en Oxford y que manifiesta no solamente elementos cristianos, sino elementos profundamente humanos:

“La enseñanza universitaria es el gran medio ordinario para un gran oficio extraordinario, apunta a elevar el tono intelectual de la sociedad, cultivar la mente pública, purificar el gusto nacional, facilitar principios verdaderos al entusiasmo popular y metas nobles a las aspiraciones ciudadanas, proporcionar amplitud y sobriedad a las ideas del momento, hacer más suave el ejercicio del poder y refinar el trato en la vida privada”.

Para Mariano Fazio, esto es difícil de lograr, pero cree que es mejor tener el ideal muy alto para después no conformarnos con metas mediocres: “Es la educación la que confiere al hombre una visión consciente de sus propios juicios y opiniones. Así como la verdad para desarrollarlos, la elocuencia para expresarlos, y la energía para proponerlos. Enseña a ver estas cosas tal como son, a ir derecho al núcleo, a ingresar un nudo de pensamiento a despejar los sofismas y a eliminar lo irrelevante”.

Un universitario “se prepara para desempeñar cualquier trabajo con altura, y dominar cualquier tema con facilidad. Le muestra cómo acomodarse a los demás, como situarse en su estado de ánimo y cómo comportarse con ellos”. Según Mariano Fazio, todos tenemos que dominar nuestros estado de ánimo, tener ecuanimidad, “sabemos que nunca tendremos una ecuanimidad perfecta, pero una persona, un universitario ha de saber dominar esos estados de ánimo, sonreír cuando no tiene ganas, ser educado cuando en realidad las pasiones brotan y queremos no ser demasiado respetuosos con la otra persona”.

Siguiendo con la cita de Newman, un universitario: “se encuentra bien en cualquier tipo de sociedad, posee algo de común con cualquier clase de hombres, sabe cuándo hablar y cuándo callar, es capaz de conversar y de escuchar, puede hacer una pregunta adecuada, y aprender una lección oportuna cuando él no tiene nada que impartir”.

Mariano Fazio enfatizaba que es importante saber hablar en el momento oportuno, saber preguntar, saber callar, no hablar de todos los temas. Hizo referencia a una anécdota del momento en el que al Cardenal Ratzinger, se le otorgó el doctorado de la Universidad de Navarra, y su respuesta ante una pregunta que no dominaba: “esto no lo sé, nunca lo estudié, no tengo ninguna respuesta”.

Siguiendo con la cita de Newman, un universitario es: “Un compañero agradable y un colega de fiar, sabe cuándo estar serio y cuándo bromear, y posee un tacto que le permite bromear con gracia y estar serio con eficacia. Tiene la serenidad de una mente que vive en sí misma a la vez que vive en el mundo, y que posee recursos suficientes para tener la felicidad en casa cuando no se puede salir de ella”.

Para Mariano Fazio, lo que propone Newman es una visión muy completa e integral de la persona humana para un egresado de una Universidad, en este caso una Universidad católica. “Es muy interesante ver cómo Newman tenía una mentalidad muy laical y quería que el Rector, los decanos, fueran laicos, aunque los obispos irlandeses no tenían esa mentalidad. También sabía Newman que lo importante no era la ordenación sacerdotal en las instituciones académicas de inspiración cristiana, sino la sabiduría humana, la profesionalidad y evidentemente esta identidad cristiana”.

Para Mariano Fazio, “la identidad cristiana de la Universidad se ve en la antropología que está en la base de todas las enseñanzas, se ve por esta apertura a lo trascendente, pero también se tendría que ver, y estoy seguro que la Universidad de los Andes es una realidad, por el ambiente que existe en la Universidad. Hay una serie de virtudes que me parece que son importantes de destacar y que todo lo que sabemos teóricamente, los alumnos tendrían que verlo en la realidad de nuestra vida”.

Según Mariano Fazio, “identidad cristiana implica tratar a todos con la veneración que merece la persona humana, veneración por cada persona, desde el Rector hasta la última persona que haya llegado para cumplir su oficio más humilde. Identidad cristiana implica tratarnos todos con educación. Creo que la cita de Newman es bastante elocuente, que haya un ambiente de afabilidad, de estas virtudes humanas, que son parte de la caridad cristiana en todas las dimensiones de la vida”. Para Mariano Fazio, es importante ser personas afables, que habitualmente sonriamos, porque así se facilita el diálogo con los colegas, con los alumnos, con las personas que forman parte de la comunidad académica, viviendo virtudes como la puntualidad o la paciencia.

“Cuando tenemos que vivir la paciencia, que difícil es. La cercanía con todo el mundo, viviendo con naturalidad las emociones que son distintas entre colegas, entre alumnos, entre las autoridades, y las personas que están bajo su autoridad, pero siempre con cercanía, con respeto, con cariño. Darnos cuenta que una de las características de la sociedad actual es el individualismo, la gente está muy sola, de tal manera que si un profesor sabe sonreír, escuchar, sabe estar cercano, sabe ponerse en las circunstancias de los alumnos, quizás abrirán su corazón y pedirán ayuda, no solo para saber cómo se resuelve este problema matemático físico o cómo abordar el análisis literario, sino que encontrarán en nosotros un punto de referencia para orientar cristianamente o moralmente su vida”.

Finalizó afirmando que el ambiente forma, “quien viene a esta Universidad tendría que encontrar algo que quizás no sabe definir pero que es esa inspiración cristiana. Creo que la labor universitaria es una de las cosas más entusiasmantes. Es una forja de personas, de personalidades libres, responsables, es un elemento clave para mejorar la sociedad, para que haya más justicia, para que haya más respeto a la dignidad de la persona humana, eso es lo propio de cualquier Universidad, y de una Universidad cristiana, y cuanto más profundicemos en nuestra identidad y en quienes somos, lo podremos hacer mejor”.

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